sábado, 26 de diciembre de 2015

Extrañarte

Extrañarte no es algo tan loco cuando tu fotografía me asecha mofándose porque en ella estás inmortalizada y tangible. Imaginar nuevamente tu idea retratada es un gusto maravillosamente doloroso, donde solo con estoicismo puedo soportar el no estar a tu lado para poder contemplarte... contemplar tu mirada perdida y brillante, sincera y amorosa, profunda y cautivante, inocente y deseosa de un abrazo mío.
Y es que la idea que tengo de ti no es un ideal, es una realidad. Una realidad que me vuelve pleno, que me enseña a creer en mí, que me vuelve romántico y vulnerable; tierno, blando y cariñoso.
¿Por qué nadie antes me abrazó como tú? ¿Dónde estuviste toda mi vida? ¿Dónde? Dime dónde estuvieron tus brazos, tus miradas, tus palabras, tu dulzura... dime dónde se escondían los ingredientes de mi felicidad. Dime dónde. Aunque mejor dime cómo, cómo puedo hacer para no caer en el delirio cada vez que te vuelva a extrañar.
No hay remedio, viviré en un delirio abismante, eterno, vitalicio, sempiterno.

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