sábado, 26 de diciembre de 2015

Extrañarte

Extrañarte no es algo tan loco cuando tu fotografía me asecha mofándose porque en ella estás inmortalizada y tangible. Imaginar nuevamente tu idea retratada es un gusto maravillosamente doloroso, donde solo con estoicismo puedo soportar el no estar a tu lado para poder contemplarte... contemplar tu mirada perdida y brillante, sincera y amorosa, profunda y cautivante, inocente y deseosa de un abrazo mío.
Y es que la idea que tengo de ti no es un ideal, es una realidad. Una realidad que me vuelve pleno, que me enseña a creer en mí, que me vuelve romántico y vulnerable; tierno, blando y cariñoso.
¿Por qué nadie antes me abrazó como tú? ¿Dónde estuviste toda mi vida? ¿Dónde? Dime dónde estuvieron tus brazos, tus miradas, tus palabras, tu dulzura... dime dónde se escondían los ingredientes de mi felicidad. Dime dónde. Aunque mejor dime cómo, cómo puedo hacer para no caer en el delirio cada vez que te vuelva a extrañar.
No hay remedio, viviré en un delirio abismante, eterno, vitalicio, sempiterno.

martes, 17 de noviembre de 2015

Aequilibrium

Había llegado cansado, se echó en su sofá de blanda textura y, mientras bebía una cerveza, descubrió su vida en equilibrio. Ya no quedaba odio, pero tampoco amor.

jueves, 8 de octubre de 2015

WhatsApp

Despertó esa mañana, revisó su teléfono. Ahí estaba, el wssp de 'buenos días'. Se verían como siempre en la parada de autobús para irse juntos a la universidad. Allí se vieron. La noche anterior habían hecho planes, querían verse, compartir, conversar, reírse un poco de aquel profesor de economía que tenía una ceja más arriba que la otra y una nariz que les causaba especial diversión. Se reían tanto con sus wssp, que a veces rayaban en lo absurdo y ridículo.
Se fueron compartiendo asientos, ella lo miró, él estaba hablando con un compañero de otra clase sobre lo injusta que había sido una profesora con ellos en una exposición oral. Llegaron a la facultad, tomaron distintas clases, economía les tocaba al día siguiente. Pasaron el día, cada uno en sus propias aulas aprendiendo.
Era la última clase, estaban a punto de salir. A ella le vibra su celular. Un wssp de él: "Vámonos juntos, hay tanto de qué hablar". Ella se entusiasmó, al fin conversarían, al fin se lo diría.
Una tormentosa lluvia cayó de pronto. Se vieron donde siempre, tomaron el autobús de las ocho y diez; se sentaron juntos nuevamente.
-¿Qué tal tu día?
-Muy agotador -respondió él.
-Sí, el mío también, pero que bueno que terminó ¿cierto?
-(vibración de celular) Disculpa, tengo un informe que entregar la semana que viene. Espérame.
-Bueno -la chica sonrió.
El bus llegó a destino, el muchacho se bajaba tres cuadras antes que ella.
-Me tengo que bajar, hablamos. Cuídate.
-Sí, hablamos -respondió ella.
Él se bajó y empezó a caminar a casa.
-¡Es cierto! No le pregunté si nos veríamos mañana en la parada -su celular vibró. 
Lo iba a sacar, pero un estruendo tremendo lo asustó. No, no podía creerlo. El bus había resbalado en el pavimento, fue un accidente fatal. Corrió al lugar. Habían muchos heridos. Ella estaba allí, torcida, ensangrentada y sin vida.
La policía y la ambulancia llegaron. Entre gritos y forcejeos lograron separarlo del cuerpo gélido e inerte. 
Se tomaba la cabeza, lloraba angustiosamente. No la vería más. Tomó su celular para avisar en su casa de lo ocurrido. Tenía un wssp, era de ella.
"Hoy quería decirte que me estoy enamorando de ti" (Un emoji sonrojado y un corazón sellaban aquella declaración)
No pudo hacer nada más que dejarle el 'visto', no por ignorarla. Aunque le respondiera aquel wssp, ella nunca lo vería.

jueves, 1 de octubre de 2015

Amor verdadero

[En el parque]

-Juliana, sabes que todo no puede acabar así, que mis días solo son claros si tu presencia los ilumina, que mis noches no poseen más estrellas que tu mirada ni más oscuridad que el misterio de tu corazón. Sabes también que vivo de tu respiración y que mi corazón no late si no te acercas con una caricia para decirme cuánto me amas y yo responderte que el infinito no es más que un agregado al valor de mi amor por ti. Amor mío, esto no puede terminar así. Yo te amo, compréndelo.
-Poesía barata.
-¡Amor! Y qué será de nuestros recuerdos de estos años juntos, de nuestros proyectos, de nuestros...
-Tus proyectos, tus ideas, tus recuerdos. Ya no son nuestros.
-¡Juliana! ¡Amor! -con lágrimas incesantes- Sabes que sin ti no vivo.
-Lo sé, Román, por eso te ayudaré.
(Un disparo se siente en el ruido silencioso de esa noche)

[En el mismo parque, dos bancas más allá]

-Juliana ¿Ya acabaste?
-Sí amor, lo hice -con extrema ternura-.
-Ahora nuestro amor será para siempre.
-Siempre es poco, María; siempre es poco.
(De la mano, alegres se alejaron, cantando aquella canción del bar que las había enamorado).

martes, 25 de agosto de 2015

Noche lluviosa

Era una noche lluviosa. El asfalto de la calle relucía y sacaba chispas de agua que brillaban a contraluz. La vereda, tímidamente iluminada por unos viejos faroles, era el sendero continuo de aquel andante. Su aspecto, nada de misterioso, un transeúnte cualquiera, pero que caminaba lento, solitario y triste por la avenida principal de aquel pueblito. Quizá, más que solitario; quizá, más que triste; quizá, más que lento; quizá, vacío e invisible. Vacío, porque su amada lo había abandonado; invisible, porque solo él se podía ver. Su muerte había sido tan repentina, que aún vagaba por las calles del pueblito buscándola. Aún, después de más de un siglo.

domingo, 16 de agosto de 2015

Perdi2

Entonces, ese día me hallé perdido. Me perdí entre las sombras más ocultas de mi propia oscuridad, en lo recóndito de los recuerdos casi olvidados; de los dolores casi cicatrizados, de sus abrazos casi congelados. Me vi envuelto en la nebulosa de tu recuerdo, de tu mirada... pero ya no, ya no queda nada. De pronto al final de aquel túnel vertiginoso, pero transitable; nostálgico, pero deplorable... oí tu voz lejana, que desde un profundo lago inagotable de agua salada me hacía entender que también estabas perdida, pero había una leve, muy leve diferencia. Por mi parte, con el dolor construí un camino de retorno que ya había aprendido a seguir incluso con el corazón abierto y la mente cerrada. Tú, por el contrario habías sellado toda salida con tu soberbia y tu tan bullada sabiduría. Ya ni con tu pecho cerrado y con la mente abierta, lograbas salir del laberinto de emociones que día a día te llevaba navegando en círculo por el Aqueronte del corazón.

sábado, 8 de agosto de 2015

El beso


Era una tarde anaranjada, en que la brisa del atardecer se llevaba los recuerdos del sufrimiento, los recuerdos de las desdichas, aquellas poesías melancólicas y sufridas; una tarde en que el universo entero se hacía cómplice del amor. Él la miró con ternura, con unos ojos enteramente perdidos, tremendamente carismáticos. Ella en tanto,  miraba el reflejo de su sentir en aquellos ojos cafés que perdidamente se entregaban a la situación. El silencio se hacía partícipe no mudo de lo que se vivía. Las hojas secas volaban al son del amor, de los sentimientos, haciendo burla de la soledad que parecía extinguirse. Una mano suave recorrió la faz del muchacho, en tanto que los brazos de él tomaban con gran respeto, pasión y extrema ternura, la cintura de aquella niña que había robado sueños y noches. El sol se escondía para darle paso a estrellas que querían mirar con curiosidad aquel instante manifiesto de Dios. De pronto, las miradas parecieron coincidir y las pupilas hicieron un ciego guiño que el corazón percibió cual si fuesen fuegos artificiales. Los latidos se unieron al son de la rapidez y de los nervios. Las mariposas entraron en los abdómenes de la pareja, dejando caer una lágrima feliz al verde pasto que sostenía aquel momento. Tras estas señales, se acercaron milímetro a milímetro, dejándose encantar con cada espacio del tiempo. Suave y sutilmente, rozaron sus labios y sintieron como si el mundo y sus riquezas no valieran nada, como si notas musicales adornaran su entorno. La suave melodía de los árboles hacía del momento algo jamás vivido. Entonces se besaron, lentamente, con pasión, con ternura, en fin, con infinito amor.
¡Sofía!, ¡Sofía! ¡Llegarás tarde al colegio! La joven se puso de pie, se miró al espejo y lloró, pues sabía que su vida continuaba siendo sinónimo de poesías y sueños.

Oportunidad

Tantas veces pasó por mi vera el amor,
tantas veces sentí por su causa el dolor,
tantas veces enloquecí por su olor,
tantas veces morí en vida sin temor.

Amor, te dejé pasar,
amor, quiere volver a amar,
amor, sin desesperación ni dolor,
amor, dibujándote a todo color.

En las mareas de mi vida redescubro el sentido de vivir;
en los altos la felicidad que me ahoga,
en los bajos la tristeza que me fortalece.
Lléname amor a su tiempo,
que aunque la soledad ciegue mis ojos,
mi corazón vea el rayo de luz angelical,
que me anuncie que es tiempo de volver a amar.

Ironía

Amigos, hermanos y fraternos,
tomemos nuestras copas y brindemos,
por este (bellum) desastre eterno.
Un salud por los grandes,
por quienes juegan con armas,
matando pequeños y
quitándoles sus almas.
Un brindis por la política,
por su bendita corrupción,
que nos llena de pobreza, 
de injusticia y absoluta decepción.
Aplaudamos a los asesinos,
a los malditos Pseudo dioses,
que cortan nuestros destinos,
nuestras vidas y nuestras voces.
El mejor vino para los violadores,
por los corruptos de inocencia,
que desvirginan santos y santas,
sin que remuerdan sus conciencias.
Un chin-chín por la drogadicción
y por la utopía malhecha,
de que la solución es solo la prisión.
Un festín por nuestro mundo
y por nuestra preocupación,
porque gracias a nuestra vida sana,
lo llevamos directo a la destrucción.
¡Hagamos amigos una fiesta!
Con bombos platillos y orquesta.
con la mejor selección de vinos,
de la sangre más pura,
de tiernos e inocentes niños.
la carne debe ser la mejor,
con el sucio dinero de la política,
compraremos la más cara de la región.
Los niños y mujeres violadas,
de la orquesta se encargarán,
de animar con gemidos, gritos y llantos,
la tristeza, la vergüenza y la soledad.
La fiesta (y con esto concluyo)
será en el lugar más desierto del mundo,
para ambientar lo que nuestra responsabilidad
le ofrece al planeta en el futuro.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Mirada del desierto

Ya en las tardes roncas de mi voz solía oír aquellas avecillas que muchas veces cantaban a la vida. Hoy por hoy las aves ya no cantan, ya no están. Sólo existe el cantar de mis latidos, que rimbombantes le hacen honor a aquellos bellos días de campo, a aquellas memorables salidas criollas, a aquellos memorables olores llenos de nostalgia, que ya no se perciben, sino con el olfato infalible del recuerdo.

sábado, 30 de junio de 2012

Una gélida piedra

Las palabras simplemente fluían, no había sentimientos en ellas, sino sólo la esencia de escribir por escribir. Su corazón se había vuelto de piedra, y su mente navegaba en la magia de lo inexistente. Alguna vez hubo recuerdos, claro que sí, los hubo, pero qué más daba, si la llama de la esperanza que en algún momento se dejó sentir en su mirada, ya no estaba, ya no existía. Ella se disolvía en el tiempo y el espacio; Él, simplemente, ya se había disuelto en el gélido momento de no sentir.

jueves, 12 de enero de 2012

Siomara, la estrella más bella del universo

Era un año del cual no recuerdo bien su fecha exacta. Toda la gente del pequeño pueblo, apegado a sus tradiciones y leyendas, se preparaba para el gran festival. Uno podía mirar a su alrededor y descubrir una cantidad inmensa de maravillas artesanales, realmente las personas de este oculto poblado cuidaban sus costumbres y las transmitían de generación en generación. Al pueblito le llamaban El Nido de la Luna, pues se encontraba entre montañas, en un valle paradisíaco, al que solo comerciantes esforzados lograban ingresar para hacer las entregas mensuales de mercadería a los locales que abastecían a la población.
Había allí, una muchacha que cargaba con el nombre Siomara, y digo cargaba porque era objeto de burlas constantemente en su colegio, debido a lo poco usual de su nombre. Claro, en su escuela, los Andrés, Rodrigo, María, Sofía, abundaban, pero su nombre era único, y por único, terminaba pagando las consecuencias del vacío y de las desventuras permanentes. A pesar de esto, la muchacha tenía fortaleza, o al menos eso pretendía demostrar.
Se arreglaba para el Festival de la Luna, que ese día llegaba a su culminación. Un vestido blanco, una cinta celeste como fino cinturón, y una bella flor color azul cielo, hacían deslumbrar y resaltar la belleza innata de aquella jovencita. Sus suaves y brillantes cabellos cafés caían delicadamente por su espalda, como si fuese una cascada depositando su contenido en un arrollo. Su piel trigueña y sus bellas facciones la hacían admirable. Por último, sus ojos azules reflejaban esperanza, vida, dicha y un brillo único, aunque su corazón llevara una pena insuperable.
Salió de su casa sola, su abuela la esperaba en uno de los puestos de la feria del festival, miró hacia el cielo y vio muchas constelaciones. A ella le encantaba mirar las estrellas, y por lo mismo había averiguado algunas cosas sobre estos astros. Había nacido en abril, por lo que su signo era el carnero, del cual sabía su ubicación, se encontraba a la derecha de tauro, cerca del Pegaso y de un triángulo muy agudo. La buscó aquella noche, pero le costó, la zona estaba muy iluminada debido al período festivo.
Cuando iba llegando, el grupo de compañeros de escuela estaba cerca, trató de evadirlo, pero no pudo, ellos la siguieron, y a vista y paciencia de algunos pueblerinos la comenzaron a fastidiar. La pobre niña trataba de hacer oídos sordos, pero no podía. Era una noche especial para ella, por lo que andaba más sensible de lo normal, y al ver cómo se burlaban de su nombre, cuyo principio lo inició su madre, fallecida el año anterior; la muchacha no logró evitar las lágrimas, situación que para los demás, más que un escarmiento resultó ser un trofeo, verla llorar era lo máximo. Quizás esta etapa sea más cruel de lo normal.
Siomara corrió por entre medio de la gente, con sus ojitos cargados de dolor. Su abuela la vio y se preocupó, pero cuando intentó alcanzarla, ya la había perdido de vista, aunque tenía una idea de a donde se dirigía. La niña llorando se tiró a un prado que solo se iluminaba con las luces del cielo, y desde allí, con sus ojitos humedecidos miraba sus constelaciones favoritas; la del carnero, con Hamal, Tauro, con Aldebarán, las tres Marías, la constelación de Pegaso, y por supuesto, la vía láctea, que se veía perfectamente desde esa ubicación.
Se había quedado dormida, cuando de pronto una luz, un destello cegador la despertó, parecía una diosa y le hacía señas para que caminara hacia ella. La jovencita no lo dudó, algo había en esa imagen que le inspiraba una confianza tremenda. La luminosa mujer le tomó la mano y juntas se elevaron al cielo, por entre algunas nubes que apenas se notaban. La niña, poco temerosa se dejó llevar y disfrutó de la vista maravillosa que le ofrecía el universo.
Miraba la vía láctea como nunca antes la había visto, cuando de pronto se dio cuenta que estaba en la luna, junto a aquella hermosa mujer.
- ¿Quién eres?- le preguntó la niña, un tanto intrigada, pero no por eso menos feliz.
- Me llamo Selena, y desde aquí he visto cómo has sufrido en este último tiempo- respondió.
- Sí, es cierto, mi madre murió hace poco más de un año, y yo… y yo… - una lágrima corrió por su trigueña cara- y a mí me molestan y se burlan, ya no quiero estar más en ese pueblo, solo mi abuelita me quiere.
- Te entiendo- le dijo aquella que parecía diosa- por eso te he ido a buscar, desde hoy serás parte de nosotros…
- ¿Cómo? No entiendo…- preguntó intrigada.
- Vamos, daremos un paseo y te contaré.
Juntas emprendieron camino a la profundidad de las estrellas, de los sistemas, pasaron observando distintas galaxias, salieron del sistema de la tierra y desde lejos miraron Andrómeda, los pilares de la creación, la gran nube de Magallanes, la galaxia del Remolino, y así tantos otros bellos lugares que parecieran inexistentes. Selena, mientras recorrían lindos lugares del universo le contaba que ella no pertenecía a la tierra, de que en realidad pertenecía al cielo. La niña, sin comprender le preguntó que cómo era posible eso, que la estaba engañando. Entonces la mujer le dijo que era cierto, que era una más de las tantas luces que embellecían el cielo, y le dijo: “¿No has notado que tu nombre es carga para ti?, bueno, eso es porque tu nombre es tu destino, y claramente tu destino no es en ese planeta, tú eres mucho más, pero cuando eras apenas un breve fulgor de luz y gas, jugabas en la constelación de Aries, con tu prima Hamal, y sin querer fuiste a dar a esa localidad de donde te saqué. Tu nombre significa La estrella más hermosa del Universo, y tu lugar es aquí, junto a nosotras… Mira te enseñaré algo fantástico”.
En ese momento, las estrellas comenzaron a titilar más de lo normal y juntas, en una especie de acto de magia dieron vida a las constelaciones que representaban. Apareció el cazador Orión, el cisne, un Pegaso revoloteaba mientras jugaba con sagitario. Todo el universo cobraba vida, entonces, desde lejos se le acercó un carnero, y comenzó a jugar con Siomara. En ese momento Selena le dijo, que ya era hora de transformar sus bellos luceros en una resplandeciente estrella, la más bella de todas. Ella se dispuso y cerró sus ojos… A lo lejos sintió que la voz de la bella mujer se alejaba, y a la distancia escuchaba su ahora conocido bello nombre: ¡Siomara! ¡Siomara!...
La bella niña abrió sus luceros, su abuelita la despertaba repitiendo su nombre una y otra vez. La pequeña, extrañada preguntó qué era lo que sucedía.
- Mi amor- le dijo su abuela- parece que te caíste y perdiste el conocimiento. Estaba muy preocupada, repetías constantemente el nombre de tu madre. Ya sé que la extrañas, pero debes ser fuerte, yo estoy contigo.
- Abuelita, no te preocupes, sé que mi mamita está bien, de ahora en adelante seré más valiente y fuerte- dijo convencida la pequeñita.
Al pararse para retornar a la feria del festival, miró hacia el cielo, y una estrella fugaz recorrió el firmamento, al tiempo en que las estrellas titilaban y brillaban con una luz especial. La luna, por su parte, estaba llena, grande y blanca, dándole al festival, un carisma especial, de los que solo se consiguen apreciar en las zonas más ocultas y bellas de nuestro planeta.

sábado, 23 de agosto de 2008

Sin vida, nunca habrá vida.

          La noche había caído, la luna llena se asomaba por cada rincón de la habitación que yacía en penumbras espeluznantes; las estrellas casi ni iluminaban por culpa de este satélite egoísta, aun así, gracias a ésta, Rocco podía observar lo que, con minucioso cuidado guardaba en su maleta. Recuerdos iban y venían en su mente, sentimientos encontrados lo hacían volverse a cada instante un poco más loco y obsesionado. No era capaz de entenderse, ni mucho menos entender a nadie. No quería y no sabía por qué los humanos actúan como actúan. Necesitaba un descanso, unas vacaciones, algo que no lo hiciese perder el tiempo. Un rato de ocio, que al igual que los griegos, tuviera sus frutos en la producción de pensamientos coherentes y satisfactorios.
          Tenía todo lo que necesitaba a mano, y tenía en su cabeza un millón de ideas que proyectar. Tal era la impaciencia que no lo soportó más. Procedió a abrir la maleta y comenzó con tal esperado ritual de macabra psicología. Cogió, en primer lugar, los ojos de una niña, los observó con cautelosa y precisa admiración, tomando en cuenta de quién venían. Los proyectó a escala y pensó que los humanos eran unos imbéciles ciegos, que la naturaleza jamás debió haberles otorgado la vista, ¿para qué?, si de igual manera no logran ver absolutamente nada. Creen ver la belleza, pero lo que en verdad ven es el feo cascarón de alguien irreal, una máscara que no demuestra ni el uno por ciento de lo que realmente es. Los comparó pues con los pollos. Aseverando que los humanos son polluelos dentro del cascarón que no nacen realmente hasta que están en una situación tan extrema como la muerte. Jamás dejan ver la belleza color amarilla de las plumas que tienen estas avecitas, sólo muestran el cascarón, para que según ellos, nadie los pueda dañar o mirarlos feo siquiera, para no asustarse. ¡Qué estúpido! Agregó, cualquier día puede venir una serpiente y devorarse el cascarón y su vida por completo, sin un mínimo de compasión. Pues qué le importa a la serpiente, si por fuera es horrible; quizás tendría compasión por este animalito, si pudiera ver la belleza y ternura que realmente posee… Cuando acabó la reflexión añadió: ¡Maldito cascarón!, no dejas ver ni dejas mostrar. No, no es maldito el cascarón, es estúpido el ser humano que se lo crea e impone por sobre todas las cosas. Finalmente echó los ojos inocentes dentro del bolso.
          Miró la luna nuevamente, se percató que se había movido un poco, la hora se le estaba pasando. Apresuró a tomar la nariz respingada de un niño. ¡Tampoco deberían tener nariz! - agregó -, sólo les sirve para respirar. ¿Por qué las flores tienen deliciosos aromas, si nadie se quiere percatar de ello? Tienen este pedazo de piel y cartílago sólo como mediador entre el ecosistema y sus pulmones, y ni eso, porque ni siquiera saben respirar, andan tan apresurados en cosas vanas, que no respiran profundamente para que su cerebro se oxigene correctamente y piensen mejor. Muy decepcionado, lo guardó rápidamente, pues lo encontró absurdo. Pensó además que en algunas personas hasta se veía estéticamente mal, luego se río de tal percance.
          Todo parecía tan absurdo hasta el momento, ni el olfato, ni la vista, todo realmente de más en el cuerpo de las personas. Con más esperanzas tomó un par de oídos. Analizó las distintas funciones que cumple: la de equilibrar, la de la orientación, la de oír y escuchar, llegó a esta última palabra y volvió a caer en su filosofía. Se ve tan delicado este aparato, con sus neuronas, esos pequeños huesitos, tantas cosas tan frágiles que podrían utilizarse para ser mejores, pero no, la gente no escucha sólo oye; a veces las advertencias de la vida son tan claras, pero no saben escuchar. Recordó la procedencia de ese órgano. El dueño de estos, venía de una fiesta, había bebido en demasía, sus amigos le dijeron que no condujera, pero no respetó los consejos, no escuchó, sólo oyó; antes de salir de su casa, sus padres le dijeron que no bebiera porque andaba en vehículo, y que si lo hacía, que prestara las llaves para que lo trajeran de vuelta, pero no quiso escuchar. Escuchar es de voluntad, no de capacidad, si alguien realmente se interesa por el otro, lo escucha, no lo oye. Gracias a que solamente oyó, ahora su familia y dos más lamentan el fatal accidente que cobró seis vidas aparte de la de él. Nunca creí que hubiese tanta conexión entre un órgano y la sicología. Por otro lado están los que escuchan, pero lo que quieren o les conviene escuchar. Aquellas personas que les encanta calumniar de los demás a base de palabras que jamás existieron, pero que ellos ponen en sus oídos para injuriar a otros, ya sea por envidia o por querer hacer daño. Sólo quieren hablar… - en eso iba cuando observó tenazmente la boca - Arrojó con desprecio los oídos sobres la maleta y tomó el par de labios, qué fantasía, aún conservaban la rojura que los caracterizaba.
          La veía tan indefensa, inofensiva y tan tierna, que no hallaba prejuicios contra ella, muy por el contrario, pensaba en esta, como instrumento fiel para demostrar el amor entre dos personas, recordó el origen de los besos, y por qué se halla tanto la necesidad de estos, se acordó de que estas prolongaciones de piel eran la zona más sensible del ser humano y se percibía todo más fácilmente en ellos. Se emocionó, pero pronto volvió su misantropía y volvió al punto de inicio, que eran dañinos porque las palabras que de él salían muchas veces hacían mal o hacían sufrir a otros. Fue más sutil y tierno con ellos, pues eran de una adolescente menor de edad y se imaginó que recién estaba viviendo las etapas de la vida, al verla inmadura, tuvo compasión. Sin duda, el recordar que de estos pueden salir las más dulces palabras o perdones, o las más hermosas canciones o poesías, quiso ser un poquito más bondadoso en el trato.
          La luna se corría cada vez más, el tiempo pasaba volando. Ágilmente echó la traquea - que arguyó era sólo para tomar y botar aire -, los intestinos - que asumió que sólo era para absorber vitaminas y nutrientes - y otras piezas más diminutas como el timo - para las defensas y anticuerpos -, la tiroides - para el consumo del yodo, el equilibrio y el ánimo de la persona -, la paratiroides - con sus funciones relativas al calcio -, el páncreas - que se humedecía en sus jugos pancreáticos -, los riñones - y sus funciones urinarias -, entre otras, para avanzar más velozmente (al parecer este hombre era especialista en anatomía humana, pero sucede que le faltaba trabajar más la psicología de esta especie, que le era tan interesante y al mismo tiempo curiosa, impredecible e inferior). Lo que sí, tuvo precaución y le llamó mucho la atención, un pulmón, era realmente asqueroso y fétido, estaba negro y con una pestilencia muy grande proveniente de su interior. Lo tomó, lo miró por larga instancia y se dio cuenta de que el olor era a tabaco y otras sustancias fuertes. ¡Ah!, pero si ya sé de donde proviene este pulmón, es de un empresario muy rico, que murió de un cáncer pulmonar, justamente porque se creía superior a todos los demás y pensó, inútilmente, que su dinero lo salvaría. Qué lamentable, a cada instante me decepcionan más los pertenecientes a esta raza - decía con un gran sentimiento de frustración -.
          De alguna manera este inhumano ser se estaba transformando en una especie de juez de los accionares de las personas. Había podido darse cuenta de que los órganos más dañados eran los de adultos, pues los de niños estaban en muy buen estado y sin un mínimo de deterioro. Cómo lo hacía para conseguir tan diversa cantidad de piezas corporales, es un enigma. Lo que si se podía deducir es que tenía toda una colección de partes humanas, de todas procedencias: niños, niñas, adolescentes, adultos e, incluso, algunos abuelitos, de los que más se quejaba, pues sus cuerpos eran una vergüenza, delataban todas las faltas de cuidados que tuvieron en su juventud.
          Adquirió sobre sus ensangrentadas manos un objeto de gran tamaño, quizás el más grande de todos los que estaba guardando. Dijo: ¡Ja!, pero si este es el famoso hígado, aquél que tiene más de doscientas funciones vitales importantes. Necesita tanto cuidado, tanto tratamiento cuando se enferma, muchos lo creen de hierro y comen y beben puras porquerías. La gente no es ignorante del todo, muy por el contrario, sabe a lo que se enfrenta, pero no escarmienta. Este afortunadamente es de un joven que se cuidaba, pero que murió atropellado; sin embargo existen algunos que beben indiscriminadamente, que no se habitúan a la higiene, o que sexualmente no tienen respeto. Tanta variedad de hepatitis, ictericia, cirrosis, entre otras… ¡Qué inconsciencia! Algunos de verdad deberían recapacitar. Si tan sólo yo poseyera esta cantidad de órganos y todas sus funciones, de seguro me cuidaría un poquito más.
       Este espécimen tenía un organismo mucho más básico, los nutrientes que necesitaba para sobrevivir sólo eran agua, aire, y las sales minerales que pudiese adquirir de la tierra, aunque por gusto, de vez en cuando, le gustaba comer corazones de personas y tomar leche de cabra. ¡Qué dieta! No poseía un complejo sistema de ADN, ni mucho menos de células, era un experimento que el dueño de la casa había empezado a elaborar, pero del cual no había tenido los resultados esperados. Por un raro motivo esa noche tenebrosa en la que se le dio la vida, la luna iluminó su rostro y adquirió sospechosamente la conciencia y algunos sentimientos, tales como el odio, el temor, la vergüenza y la lástima. El amor no lo alcanzó a desarrollar, sin embargo, con todo lo que meditaba día a día, lo estaba creando de a poco. El doctor Jonh Estifs, falleció tres semanas después de la creación de este monstruo.
          Sobre el escritorio, halló el cerebro dentro de un recipiente transparente y sellado. Lo tomó con más cuidado que los demás, pues sabía que era la fuente de todo conocimiento y razonamiento, lo que le permitía a alguien reaccionar a los estímulos externos, lo que le daba la capacidad de encontrar la solución a los problemas. Pero también, la fuente de los pensamientos más perversos y malignos - por eso lo admiraba con tanta expectación -, esto superaba todo lo que alguien se podía imaginar. Ni toda la información que le insertó su creador, le bastaba para conocer todo el actuar humano. Sin duda, de aquí venía todo lo que él necesitaba para comprender la raza estudiada, pero no, no podía, con sólo mirarlo no podía comprender. Intentó, por sí mismo darle vida a su mente, programando una avanzada máquina que podía hacer una cirugía mientras él dormía. Sin embargo, su sorpresa fue aún mayor, cuando se dio cuenta de que no tenía mente, no tenía corazón, por lo tanto, como una gran masa inerte, al tomar conciencia de esto, no sé cómo, se desplomó por el suelo y murió. Su última mirada se elevó al cielo, lugar donde nunca llegaría, pues no fue en ningún momento obra de Dios.